Teniendo como extraordinaria referencia e inspiración el atelier Reggio di luce de Reggio Emilia, Iker Vicente construyó un espacio lúdico y de experimentación libre para niñas y niños teniendo a la luz como fenómeno y material de exploración y juego. Sus propiedades y manifestaciones se vuelven una metáfora de la relación del espacio interior del niño con el mundo exterior, los demás, el paisaje, el mundo; interiorizar, observar, descubrir, hacer conscientes las condiciones ambientales, espaciales, lanzar y recibir mensajes; reconocer al otro como alguien distinto y sentirse parte de un grupo. La idea es construir un ambiente compuesto de espacios semi cerrados y abiertos, donde se exploren distintas manifestaciones lumínicas y disposiciones espaciales que generen distintos modos y ritmos de atención, tránsito y convivencia.
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